Un talento escondido
“Por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra” Mateo 25:25
“La cocina es para las mujeres”. Esto me habían enseñado en mi infancia, y el pensamiento retumbaba en mi mente ahora que era adulto. Estaba convencido de que lo que me hacía ser un verdadero hombre, era trabajar muy duro y ganar dinero.
Años después, llegué al Instituto Quebrada León para entrenarme como Evangelista en Salud. La cocina era uno de los talleres, en el que todos debían participar, y aunque muy en el fondo tenía el deseo inexplicable por aprender a cocinar, me avergonzaba pensar que mis amistades se enteraran de mi incursión en el mundo culinario. Al decidir ser vegetariano, mis ganas y necesidad por aprender a cocinar fueron creciendo gradual y silenciosamente.
Al iniciar el segundo año de entrenamiento misionero hice un balance de lo ocurrido durante el año anterior. Comprendí que al priorizar actividades que me agradaban, había desaprovechado mucho de la enseñanza que se me había ofrecido, especialmente en el área de cocina. Me había privado de una formación completa. Pedí perdón a Dios, decidí recobrar el tiempo perdido y tomar las oportunidades con mayor seriedad. Tenía la firme convicción de que era el momento de iniciar un proyecto. No sabía cómo, cuándo, ni con quiénes, pero puse mi deseo en las manos de Dios y me mantuve atento a su respuesta.
Poco tiempo después, casi al iniciar el año 2020, llegó la pandemia. En el Instituto nos vimos afectados por el desabastecimiento de alimentos, sin embargo la situación de nuestros vecinos en los pequeños pueblos aledaños era aún más difícil. Era imposible entregarnos a resolver nuestras dificultades ignorando sus necesidades. Entendí entonces que esa era la respuesta que estaba esperando.
Así nació el proyecto “Heme Aquí”. Al inicio, consistió solamente en hacer pan para llevar a nuestros vecinos, después compartimos alimentos y ropa. Estábamos experimentando el principio plasmado en Isaías 58. Habíamos decidido dar nuestro pan al hambriento y fue por medio de ese acto de amor, que nuestra hambre también quedó saciada. Este proyecto hizo más grande mi anhelo de aprender a cocinar. El siguiente año, Dios me confió responsabilidades que perfeccionaron mi carácter y mis habilidades culinarias al mismo tiempo.
Con la ayuda de Dios, el proyecto “Heme aquí” se expandió y alcanzó a más personas. Para mí, el talento de la cocina se ha convertido en un instrumento para compartir el amor de Jesús mediante el método que él enseñó. Por medio de la comida, nos acercamos a las personas manifestando un genuino interés por hacerles el bien, les mostramos simpatía al tratar con ellas y atendemos sus necesidades. Así ganamos su confianza y los preparamos para aceptar la invitación de seguir a Jesús.
Quiero llamarte a una reflexión: Dios repartió talentos, una parte de sí mismo, a cada ser humano en esta tierra, a ti también. Tal vez tu llamado no sea para cocinar, tal vez Dios ha puesto algo diferente en tu corazón. Pon tu talento nuevamente en las manos de Aquel que te lo encomendó y deja que Él te indique el lugar, el tiempo y la forma de usarlos. No dejes que el miedo te haga enterrar el talento que has recibido, ni permitas que las dudas posterguen tu decisión. Su promesa es ir a tu lado a cada paso, afirmando el camino que ya tiene trazado para tu vida, y te dice: “No temas, yo te ayudo”.
—Ronald Aruquipa
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